La FP Dual beneficia al centro formativo, al alumno y a la empresa

La Formación Profesional Dual continúa ganando peso entre los estudiantes catalanes, entre otras cuestiones, por su correlación con la mejora de su empleabilidad. Según datos del Departamento de Educación de la Generalitat presentados en enero de 2019, la inserción laboral de los graduados en FP Dual durante el curso 2016-2017 es del 65,12%, frente al 55,1% del total de los graduados en enseñanzas profesionales. Todo esto implica una tasa de paro inferior de los jóvenes que optan por esta modalidad.

El modelo de aprendizaje en el centro de trabajo es clave para los alumnos de Formación Profesional, puesto que incrementa su calificación y sus opciones de inserción laboral. Además, contribuye al ajuste entre las competencias de los estudiantes en prácticas y las necesidades de las empresas a la hora de adecuar la Formación Profesional Dual a los requerimientos del sistema productivo.

Informes publicados por el Observatorio de la PIMEC en 2017 ponen de manifiesto el desajuste entre la calificación de la población activa y las demandas del tejido empresarial, e indican que existe un déficit de trabajadores formados en especialidades.

La modalidad de Formación Profesional Dual supone un beneficio mutuo entre el centro formativo, el alumno en prácticas y la empresa que acoge a los estudiantes. Las tres partes sacan provecho, lo que supone dar pasos adelante en la mejora de la calidad educativa y ocupacional de los jóvenes.

En primer lugar, los centros formativos que tienen convenios de colaboración con empresas pueden conocer de primera mano, a través de sus alumnos en prácticas, los requerimientos de cada sector. De este modo pueden adaptar y actualizar la oferta educativa en función de las diferentes demandas de las empresas que conforman el tejido empresarial. En segundo lugar, esta modalidad aporta a los estudiantes los conocimientos necesarios (teóricos y prácticos) y una formación totalmente completa mediante una experiencia enriquecedora en un puesto de trabajo real. Finalmente, la empresa que acoge a los jóvenes puede formar a personas que aportan un capital humano muy necesario, sobre todo en algunos gremios y sectores donde se requieren profesionales especializados ante la falta de trabajadores cualificados.

Hacer atractivos los oficios para que aumente el número de estudiantes ante la elevada demanda de las empresas

Josep Maria Vinyeta es jefe de la comisión de formación de la Federación Catalana de Empresas Instaladoras (FEGiCAT) y gerente de AICO, gremio de instaladores de la comarca de Osona. Destaca que, de las más de 5.000 empresas que forman parte de FEGiCAT, son pocas las que acogen estudiantes en prácticas, pero “no porque no quieran, sino porque existe una falta de estudiantes en estas especialidades”. “Quizás no sabemos hacer atractivos estos oficios que tienen tanto prestigio; por poner un ejemplo, el trabajo de un oficial electricista puede estar mejor remunerado que el de un licenciado de cualquier ámbito”, añade.

Sobre la adecuación de las prácticas a los requerimientos de las empresas, hay que poder adaptar la jornada de prácticas a la dinámica de las compañías y concienciar a la sociedad para que no se siga pensando que la Formación Profesional es solo para jóvenes que no sirven para estudiar.

“Hay que dar a la Formación Profesional el prestigio que le corresponde. La experiencia es igual de imprescindible que los conocimientos a la hora de formar profesionales cualificados”.

Un problema de relevo generacional muy grave es la falta de personal. Josep Maria Vinyeta pone un ejemplo claro: “La generación más joven de instaladores prácticamente tiene 40 años y, cada año, las tasas de jubilación son elevadas. Esto quiere decir que son necesarios más trabajadores de entre 20 y 40 años”. Además, pone de manifiesto que muchas empresas necesitan perfiles concretos con una formación concreta: “Sobre todo hay mucha demanda de electricistas, en los campos de energía y agua, aparatos de presión, etc.”.

Un 97% de las empresas de FEGiCAT contratan a los estudiantes que han tenido realizando prácticas.

En relación con los beneficios entre empresa y estudiante, hay que decir que es algo recíproco. “El beneficio es mutuo porque las compañías forman a los estudiantes y las empresas incorporan aire fresco, talento y jóvenes que pueden contribuir a modernizar y mejorar los servicios con sus conocimientos y con nuevas maneras de hacer las cosas”.

Por otro lado, Viñeta insta al Departamento de Educación de la Generalitat a revisar la normativa sobre la remuneración de las prácticas y sobre la prevención de riesgos laborales, puesto que no es bastante clara. Explica el caso del colectivo de instaladores porque el trabajo no se hace en la empresa, sino en el lugar donde está situado el cliente o promotor de la obra, y alerta de la contradicción de que los estudiantes no tienen el certificado en prevención de riesgos hasta que no finalizan la Formación Profesional. Esto no les permite ir a las obras y supone una gran dificultad para poder formarlos de una manera completa.

Por último, el jefe de la comisión de formación de la Federación Catalana de Empresas Instaladoras ha puesto en valor la tarea del tutor mancomunado, una reivindicación de las empresas, que desde hace tiempo reclamaban la introducción de esta figura. Asegura que “es un elemento esencial en el aprendizaje” ante la falta del tándem maestro-aprendiz que sí se daba años atrás para transmitir los conocimientos de los oficios. Es la persona que coordina a todos los estudiantes en prácticas de un grupo de empresas, generalmente de pequeña dimensión, apoyándolos y gestionando la burocracia que comporta participar en estos proyectos.

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