El sector de la industria alimentaria y las bebidas es sin duda un sector destacado, tanto por el volumen de negocio que gestiona como por la ocupación que genera.
Algunos datos para ver su importancia son: 116.000 millones de euros en producción, lo que representa el 16% del total de la industria y el 20% de la manufacturera; un censo de más de 31.000 empresas y medio millón de puestos de trabajo directos; una tasa de ocupación femenina y juvenil por encima de la media de otros sectores, y unas exportaciones que superan los 47.405 millones de euros.
Durante los últimos 10 años, la internacionalización de la actividad empresarial ha supuesto un factor clave para el mantenimiento de un tejido empresarial apresurado por importantes dificultades internas, y el sector de la alimentación y las bebidas no ha vivido ajeno a este proceso.
Se ha comprobado ampliamente que aquellas empresas que afrontaron la crisis una vez ya internacionalizadas y, por lo tanto, con la consecuente diversificación de riesgos, han sufrido menos los efectos e incluso han conseguido crecer.
Sin embargo, a pesar de que hay cada vez más empresas que han iniciado importantes procesos de internacionalización, son muy pocas las que consiguen mantener una continuidad en sus operaciones exteriores. La internacionalización no tendría que ser un hecho coyuntural por la falta de demanda interna, sino inherente a una estrategia empresarial enfocada a seguir creciendo, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras.
En este sentido, hay que destacar que el tamaño medio de nuestras empresas y la atomización del sector de la alimentación y las bebidas es una de las principales dificultades que impiden que el proceso de internacionalización de estas empresas sea más eficaz. España tiene un porcentaje muy bajo de grandes empresas en comparación con otras potencias europeas. Y para conseguir una mayor dimensión es fundamental intensificar la actividad internacional, de modo que se podría hablar de un círculo virtuoso entre la internacionalización y el tamaño de la empresa.
Parece evidente que la magnitud empresarial es una debilidad a la hora de abordar nuevos mercados. A pesar de esto, el sector de la alimentación y las bebidas español disfruta de un relevante prestigio internacional asociado a la calidad de sus productos y sus marcas, asociado también a la tan promocionada “dieta mediterránea”, y éste tiene que ser uno de los principales factores en los que las empresas tienen que seguir apoyándose para continuar con su expansión internacional.
Otra de las cuestiones en las que tenemos que profundizar y tenemos que perder el miedo es el establecimiento de alianzas estratégicas con otras empresas del sector que, desde un punto de vista interno, pueden generar sinergias en ámbitos como la logística o la promoción comercial internacional. Bajo un prisma externo, la asociación con actores relevantes en terceros países facilita significativamente el acceso a estos mercados, aunque su elección tiene que llevarse a cabo con todo tipo de referencias, de manera que un adecuado asesoramiento local resulta esencial.
En definitiva, ante la importancia de un proceso de internacionalización, las empresas tienen que diseñar una estrategia correcta a la hora de abordar nuevos mercados que ayude a consolidar la actividad exterior. Para eso es clave contar con una adecuada planificación estratégica del proceso; un análisis en profundidad de los riesgos políticos, legales y comerciales; una correcta estructuración financiera y fiscal, y un buen asesoramiento local en cuanto al mercado o mercados que se pretenden abordar, y posibles socios con los cuales iniciar una relación estratégica.
Jaume Navarro
CEO Cotrading S.L. y vocal de la comisión ejecutiva territorial de PIMEC Vallès Oriental
