Teletrabajo: sin corresponsabilidad, ¡no!

Desde que la Covid-19 ha generalizado el trabajo a distancia, numerosos estudios han evidenciado que, lejos de ser un motor de conciliación, el teletrabajo puede ser una trampa peligrosa para las mujeres que se ven obligadas a trabajar y a cuidar de los hijos a tiempo completo. 

Antes de que la llegada de la pandemia cambiara nuestras vidas –tanto familiar como profesionalmente–, el teletrabajo era reivindicado como una oportunidad de conciliar ambas vertientes personales a pesar de que, ciertamente, no estaba muy extendido. 

Desde hace ya mucho tiempo, la digitalización de las empresas era una realidad que permitía trabajar de forma remota; sin embargo, ha hecho falta el mazazo de una pandemia mortal para que los responsables de equipos claudicaran y probaran los beneficios del teletrabajo. 

Ya podemos afirmar que esta será una de las pocas aportaciones positivas de la Covid-19 en nuestras vidas profesionales. Las empresas han podido comprobar que, en contra de lo que temían, la digitalización hace posible un control más exhaustivo del trabajo, porque permite acceder en tiempo real a todos los datos e indicadores de actividad de las empresas, sin ningún filtro ni interpretación. 

Así pues, estamos ante un cambio estructural imparable que, sobre el papel, tendría que ser un aliado de la conciliación profesional y personal de todos los trabajadores y trabajadoras. 

Pero hay que ir con cuidado de que esta oportunidad no se convierta en una trampa para las mujeres trabajadoras. Voces tan autorizadas como el FMI o la propia Encuesta de Población Activa de España alertan de que hay más mujeres que hombres teletrabajando. Por otro lado, una encuesta realizada por la asociación “Yo no renuncio” indica que en el 36% de los casos es la pareja quien sale a trabajar fuera de casa, mientras que solo en un 16% son ellas quienes lo hacen. Según datos de la misma encuesta, 8 de cada 10 mujeres aseguran que tienen dificultades para teletrabajar debido, en el 97% de los casos, a las interrupciones de los hijos. 

Ante estos datos, ¿podemos afirmar que se está avanzando en términos de conciliación? Quizás sí, pero ¿lo estamos haciendo a expensas de la corresponsabilidad? 

Es evidente que las mujeres son las que más teletrabajan y que son ellas quienes están más al cuidado del hogar y de los hijos; por lo tanto, la corresponsabilidad hombre-mujer en el ámbito doméstico se ha visto ninguneada. La flexibilidad horaria juega en contra de las trabajadoras que se quedan en casa, porque acaban dedicando todas las horas de la jornada a trabajar y cuidar los hijos, sin descanso. 

Además, no podemos olvidar que cuando las mujeres están teletrabajando, tienen menos presencia en los foros profesionales y esta falta de visibilidad no les permite ejercer influencia. 

Por todo ello, hay que dotar el teletrabajo de una perspectiva de género, tanto desde el punto de vista legislativo como en cuanto a su implementación. Así se concluyó en el II Congreso Mujer y Empresa de PIMEC, celebrado el pasado mes de noviembre. 

Es necesario equilibrar la situación fomentando la presencialidad de las mujeres en su puesto de trabajo y, al mismo tiempo, promoviendo el teletrabajo de los hombres. Estas son las principales medidas propuestas en el Congreso: 

  • Establecer medidas de seguimiento (no de fiscalización ni penalización) que permitan controlar la implementación de un teletrabajo adecuado, generando los KPI de control, seguimiento y evaluación.
  • Apoyo económico y fiscal a las pymes de forma que puedan implementar el teletrabajo adecuadamente.
  • Realizar campañas de sensibilización para una implementación del teletrabajo con perspectiva de género.

El teletrabajo tiene que ser una opción que las personas puedan elegir y se debe poder ejercer sin que esto suponga la asunción de responsabilidades domésticas por el simple hecho de estar en casa. Las mujeres tienen que procurar proteger los logros conseguidos en términos de corresponsabilidad en los últimos años y ser muy conscientes de que trabajar en casa mientras se prepara la cena o se ponen lavadoras puede suponer un gran paso atrás. 

Trabajar en casa, sí. Asumir la responsabilidad doméstica de forma no paritaria, no. 

Noelia Hurtado 
Vicepresidenta de la Comisión Ejecutiva de PIMEC Vallès Occidental
Presidenta de PIMEC Mujer y Empresa del Vallès 

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