Escuchamos, una y otra vez, que las mujeres emprendemos para “poder conciliar” la vida profesional con la familiar, como si fuera una elección que hacemos para cumplir un tipo de destino asignado. Pero, ¿es realmente así?
Los estudios nos dicen que no. No todas emprendemos para conciliar, sino por otras muchas razones profundas, personales y profesionales. Si bien es cierto que el colectivo femenino está creciendo en el mundo del emprendimiento, los datos nos explican historias diferentes, de motivación personal, ambición, desarrollo del propio proyecto; hasta historias de necesidad, presiones, y autoexigencia.
Según estudios de PIMEC Autónomos y la Comisión Mujer y Empresa de PIMEC, más del 40% de las mujeres autónomas que tienen pareja se hacen cargo ellas solas del cuidado de menores o personas mayores.
Es cierto que la flexibilidad de ser autónoma puede ofrecer una mejor organización de nuestro tiempo, y muchos estudios indican que, a la hora de emprender, las mujeres buscamos vivir de acuerdo con nuestros valores, tener control sobre nuestros proyectos y, sí, poder conciliar. Pero esta conciliación es una utopía para muchas.
Según los estudios, una parte significativa de las mujeres emprende por pura necesidad, a menudo ante la falta de opciones laborales estables y bien retribuidas. Para muchas mujeres, emprender es un sueño. Para otras, un camino sin alternativas, una puerta que se abre porque las otras están cerradas. La conciliación se suma a la elección ya hecha, más que ser la causa.
Con esto las mujeres seguimos atrapadas en una doble carga: la del trabajo, con toda la presión y responsabilidad de un proyecto propio, y la de las tareas domésticas y familiares, muchas de ellas invisibles y no remuneradas. Este “doble turno” no es solo desgastador, sino que pone de relieve una desigualdad profunda. Nuestros estudios revelan, además, que cada vez más mujeres jóvenes autónomas optan por renunciar a la maternidad, precisamente, porque ven incompatible realizarse profesionalmente y ser madres.
Este Día Internacional de la Mujer Emprendedora hay que recordar que la base de una sociedad justa es el reparto de los trabajos (retribuidos o no) en igualdad. Nos sigue haciendo falta una conciliación real, donde el rol de cuidador sea también asumido por el hombre y donde la mujer pueda emprender con libertad y autonomía verdaderas.
Sabemos que, teniendo en cuenta trabajos retribuidos y no retribuid0s, las mujeres aportamos el 51,88% del valor del PIB de nuestro país, si este suma el valor de los trabajos no retribuidos a precio de mercado: trabajos que sostienen el mundo, también económico, tal y como lo conocemos.
Solo lograremos un emprendimiento donde la palabra “conciliar” deje de ser una carga y pase a ser una opción si somos capaces todos de entender que la vida es la suma de las contribuciones de todos. Hay que ofrecer regulaciones, apoyos, y herramientas para que también las mujeres autónomas tengan la opción de emprender sin otro condicionante que el de la libre elección de desarrollar un proyecto.
Elisabet Bach, presidenta de PIMEC Autónomos, y Maria Teixidor, presidenta de la comisión Mujer y Empresa de PIMEC