Hoy, Día Internacional de la Mujer Emprendedora, quiero dedicar estas líneas a la necesidad de mejora en la motivación y las condiciones del emprendimiento femenino. La mujer emprendedora en España está experimentando un momento de transformación, superando desigualdades históricas y liderando varios sectores. Aun así, todavía hay trabajo por hacer para garantizar que todas las mujeres tengan las mismas oportunidades y puedan emprender.
En los últimos años, hemos sido testigos de la incorporación de la mujer en el mundo laboral, tanto en la modalidad de trabajo por cuenta ajena, como en la de trabajo por cuenta propia. Y es que el emprendimiento femenino ha tenido un aumento notable de mujeres que deciden emprender y liderar sus propios negocios.
Según el último informe GEM España 2022-23, el emprendimiento femenino ha logrado un porcentaje de emprendimiento de un 5,9%, muy similar al 6% del masculino. En 2005 la diferencia era de 3 puntos (4,2% i 7,2%). Actualmente, en cambio, podemos decir que hombres y mujeres emprenden por igual. No obstante, este dato no implica la misma igualdad en motivaciones y condiciones para emprender.
Según el mismo informe, la motivación principal para emprender por parte de las mujeres es ganarse la vida porque el trabajo escasea (72%), seguido de marcar una diferencia en el mundo (43%). Se mantiene la tendencia de la mujer a crear empresas en el sector de servicios al consumidor, seguido de servicios a la empresa y con una presencia muy baja en los sectores transformadores.
Respecto a la medida de la empresa, el informe también evidencia que los negocios creados por mujeres tienen una dimensión más reducida que los iniciados por hombres, a pesar de que se ha incrementado el porcentaje de actividades de más dimensión (de 6 a 19 personas contratadas y de más de 20).
También mejoran aspectos como el nivel tecnológico de las iniciativas lideradas por mujeres, el nivel de innovación en producto y/o procesos de negocio, así como su orientación internacional, con un incremento en los tres ámbitos.
Podemos destacar también una característica diferencial de los proyectos de emprendimiento femenino, con una clara priorización del impacto social y medioambiental.
Según estos datos, podemos decir que el último informe GEM evidencia aspectos de mejora en las iniciativas lideradas por mujeres.
Y es que en los últimos años también se ha incrementado y mejorado el ecosistema relacionado con el emprendimiento femenino: asociaciones de mujeres emprendedoras que ponen al alcance redes nacionales e internacionales, con mujeres en ámbitos interdisciplinarios que pueden compartir conocimiento y experiencias; programas de apoyo específicos para emprendimiento femenino; premios y reconocimientos para impulsar y visibilizar iniciativas lideradas por mujeres así como sus promotoras.
Ciertamente, esta tarea ayuda a crear referentes femeninos y a inspirar a otras mujeres, no solo con el hecho de que emprender es posible, sino también cómo hacerlo. Entidades y redes acompañan y facilitan también en este proceso de emprendimiento femenino.
Cómo decimos, el GEM evidencia algunas mejoras en este proceso de transformación del emprendimiento femenino. Sin embargo, se evidencian también retos que hay que tener presentes. Uno de ellos, la financiación. El capital semilla más habitual de los negocios liderados por mujeres está entre 3 y 5.000. EUR, mientras que el de los hombres se sitúa en 50.000. EUR. El informe no aclara las causas, a pesar de que podemos preguntarnos si es una combinación de: los sectores en los cuales más emprenden las mujeres (servicios al consumidor y servicios a las empresas), los cuales necesitan menos capital inicial; unido a unas mayores dificultades de acceso a la financiación.
También hay retos que podemos denominar estructurales, vinculados al rol de la mujer, todavía muy ligado a las tareas de cuidado de la familia (también llamado conflicto trabajo-familia); la brecha salarial; la valorización de los trabajos que se hacen; mayor presencia en sectores industriales. En estos ámbitos, la transformación comporta cambios culturales tanto en el entorno social como familiar, con una especial promoción de la corresponsabilidad; así como una infraestructura de apoyo en todo el ámbito de curas y atención a niños a personas dependientes, especialmente en zonas rurales.
Finalmente, quiero destacar sobre el informe GEM los indicadores que han mejorado, fruto de las iniciativas que se llevan a cabo y del trabajo de las mismas mujeres emprendedoras. La continuidad de estos apoyos, junto con acciones orientadas a superar los retos comentados, ayudarán al hecho que cada vez más el emprendimiento femenino se consolide al ecosistema emprendedor.