Un reciente estudio de la asociación de la gran distribución recoge que Cataluña, junto con la Comunidad Valenciana y Asturias, es líder en restricciones comerciales, puesto que su regulación prevé restricciones a la apertura en domingos y festivos, pide una doble licencia comercial, restringe las campañas de promoción y graba la actividad de los grandes establecimientos. Por contra, Madrid y Ceuta no aplican ninguno de los escenarios mencionados.
Ante este titular no puedes dejar de reflexionar sobre el modelo comercial de nuestro país y la importancia de poderlo preservar.
Cataluña es un país de pequeñas y medianas empresas y el modelo comercial catalán es un modelo de establecimientos comerciales de proximidad en el que la actividad comercial ha sido y es un factor determinante que configura la fisonomía actual de nuestros pueblos, barrios y ciudades y consigue estructuras urbanas más compactas, complejas y socialmente más cohesionadas.
Nuestros establecimientos de proximidad son un factor de cohesión social que actúa como eje vertebrador de la sociedad. Estimulan el desarrollo económico de ciudades y pueblos, al fijar el impacto económico, como el de la ocupación y los salarios en el territorio.
A la vez, tienen un papel esencial: aseguran que todos los residentes tengan un acceso equitativo a bienes y servicios esenciales. Impactan en la sostenibilidad de nuestras ciudades y pueblos ofreciendo productos frescos y de proximidad, y generan movimiento de personas que reducen los impactos negativos y que comporten riesgos.
Cataluña tiene más de 30 años de experiencia en la ordenación de las equipaciones comerciales. Durante este periodo, ha impulsado un modelo comercial de acuerdo con el principio de preservación de ciudad compacta y socialmente cohesionada, estableciendo criterios de crecimiento equilibrado de las diferentes medidas y formatos de las equipaciones comerciales.
La aplicación de estas “restricciones” ha ayudado a paliar procesos de concentración empresarial y posiciones de dominio, y a compatibilizar la vida laboral y familiar de los trabajadores y las trabajadoras por cuenta ajena y de los autónomos del sector del comercio sin dejar de satisfacer las demandas y necesidades de los consumidores. Así mismo, ha ayudado reducir las prácticas desleales en las actividades comerciales y a cumplir los plazos de pago a las empresas proveedoras, evitando así los pagos en plazos superiores a los establecidos por la legislación de la morosidad en las operaciones comerciales.
Pedir que se legisle pensando en pequeño y aplicar la iniciativa europea Small Bussines Act (SBA) ayudará a preservar nuestro modelo comercial; un modelo comercial que da vida y luz a nuestros pueblos y ciudades.
Pilar Mínguez, directora de PIMEC Comercio