La burocracia es uno de los grandes fracasos de la administración de los últimos años, un lastre que impide el crecimiento de las pymes y de los autónomos en Cataluña y España. La diagnosis es clara: los procedimientos administrativos son innecesariamente complejos, fruto de una hiperregulació que responde a la desconfianza sistemática de las administraciones hacia los ciudadanos y las empresas. Estos obstáculos suponen costes, retrasos y frustración, afectando directamente a la productividad y competitividad de nuestro tejido empresarial.
Las cargas administrativas asfixiantes son el resultado de una hiperregulació derivada de directivas europeas que, a menudo, no se implementan correctamente a nivel estatal. Esto, combinado con una calidad normativa baja, un lenguaje jurídico opaco y una falta de coordinación entre administraciones, genera un entorno donde las pymes ven paralizados sus proyectos.
Las empresas se ven atrapadas en un laberinto de trámites y permisos, muchas veces haciendo frente a costes innecesarios y procesos ineficientes. Un ejemplo claro es el sector de las energías renovables, donde las tramitaciones interminables han desincentivado la inversión en proyectos cruciales para la transición energética.
Pero no todo es negativo. El nuevo gobierno ha reconocido la problemática y ha impulsado el Plan de Reforma de la Administración para mejorar la calidad de los servicios públicos. Es un primer paso importante, pero no suficiente. Hay que pasar de las palabras a los hechos y hacerlo de manera continuada. La simplificación administrativa tiene que ser una prioridad, y tiene que estar basada en la confianza mutua. No se trata de reducir el control, sino de hacerlo más inteligente y efectivo.
Para abordar este problema de manera efectiva, es imprescindible una colaboración real entre administraciones y quienes hacen los trámites: empresarios, autónomos, consultores y gestores. Una visión puramente interna de los procedimientos administrativos no produce los resultados necesarios, hay que incorporar la visión de quien hace los trámites cada día. Solo así podremos diseñar procedimientos ágiles, que eliminen la duplicación de trámites y ofrezcan respuestas en tiempos razonables.
El modelo actual de “burocracia defensiva”, donde los funcionarios exigen requisitos excesivos para evitar responsabilidades, tiene que derivar a un modelo basado en la confianza y el control a posteriori, permitiendo desbloquear el potencial económico de las pymes.
El momento de actuar es ahora, antes de que la burocracia siga borrando las oportunidades de futuro. En PIMEC estamos convencidos que, con la implicación de todos los actores, podemos transformar la burocracia en una herramienta al servicio del crecimiento. Como dice la sabiduría popular: “en las cosas sencillas está la verdad”, es hora de que la administración vuelva a sus orígenes, enfocándose en aquello que realmente importa sin añadir complicaciones innecesarias.