La aportación de la mujer a la economía

Desde la Comisión Mujer y Empresa este año hemos impulsado un estudio, elaborado con la Universidad de Santiago de Compostela, con la voluntad de entender mejor cuál es la contribución de una mujer ya plenamente integrada al mercado laboral, que también emprende y crea empresa, al conjunto de la economía española.

El informe explica que, a pesar de que ha habido adelantos (la fuerza laboral de las mujeres es ya del 70,1%, por el 79% de la masculina), persisten las desigualdades que perjudican a la mujer: un menor empleo (58,8% de las mujeres por un 68,7% de los hombres), un mayor paro, una menor calidad del trabajo (más parcialidad y temporalidad), menores salarios (la diferencia salarial va del 8% según la OCDE al 23% según la encuesta de estructura salarial en el caso de las trabajadoras y sube al 29% para las mujeres autónomas, según datos de la OCDE), y menores bases de cotización (lo que repercute en una brecha en las pensiones del 46%).

Estas importantes desigualdades que perjudican a las mujeres derivan fundamentalmente de dos aspectos: una segregación sectorial, en la que las mujeres se concentran en actividades de servicios, mientras que los hombres lo hacen en actividades industriales; y la omisión, en la contabilización de la actividad económica general, del tiempo de trabajo no remunerado que realizan principalmente las mujeres.

En cuanto a la segregación sectorial, el informe aplica la metodología input-output para mostrar los efectos de los cambios de producción en el propio sector y en aquellos con los que interactúa y cruza datos con el porcentaje de mujeres por sector, para evidenciar que la participación de las mujeres en las diferentes ramas de la economía es inversamente proporcional al efecto de arrastre de estas ramas en el conjunto de la economía.

Respecto a la omisión, en la contabilización de la actividad económica, del trabajo no remunerado, el informe evidencia que las mujeres tienen una mayor carga de trabajo que los hombres: un total de 456 minutos al día frente a los 382 de los hombres, dedicados tanto a los trabajos remunerados y los que no lo son. Ahora bien, el 64% del tiempo trabajado por las mujeres se dedica a trabajos no remunerados, mientras que la proporción en el caso de los hombres es la inversa. Al no valorizar explícitamente el trabajo no remunerado, lo convertimos en un importante coste oculto de la actividad económica y productiva: sin estos trabajos, no se podrían llevar a cabo las actividades generadoras de valor económico ni garantizar la subsistencia del sistema socioeconómico.

De esta manera, el informe calcula que las mujeres aportan ya el 42,7% del valor añadido bruto y son responsables del 37,67% de la producción. Si corregimos el cálculo incluyendo el trabajo no remunerado realizado tanto por los hombres como por las mujeres, de acuerdo con el valor del salario medio de las trabajadoras del hogar, el estudio pone de relieve que el PIB aumenta en 541.000 millones de euros, es decir, un 40,7%, aumento del que las mujeres son responsables en un 63%: del total, las mujeres aportan un 51,88% del PIB.

Nuestros sistemas de cuantificación y control priman las actividades productivas e industriales, a pesar de que nuestras economías desarrolladas se basan fundamentalmente en los servicios; adicionalmente, el PIB invisibiliza actividades que tienen un verdadero valor económico. Todo ello tiene importantes repercusiones en la toma de decisiones macroeconómicas.

Los Fondos Next Generation, que van destinados a la transición hacia una industria verde, limpia y sostenible basada en la digitalización, priorizan sectores fuertemente masculinizados. Si no se aportan medidas correctoras a su aplicación, no solo perjudicarán la actividad económica actual de las mujeres, sino que hipotecarán el desarrollo profesional y económico de las futuras generaciones de mujeres. El impacto del PERTE del automóvil, por ejemplo, que nuestro informe calcula, beneficiará a los hombres en un 71% y a las mujeres solo en un 29%.

Así pues, es necesario aplicar medidas correctoras, criterios e indicadores que nos permitan garantizar la equidad de género en las decisiones de asignación de fondos. Desde PIMEC queremos contribuir a generar estos indicadores y estas propuestas, aspectos en los que trabajaremos este próximo año como continuación del informe que presentamos durante el presente año.

 

María Teixidor Jufresa
Presidenta de la Comisión Mujer y Empresa de PIMEC

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