Aleix Gorgorió es cofundador de Rem Studio y socio fundador de la empresa Lighthink Lab, un laboratorio creativo de experiencias sensoriales que va desde el mapping arquitectónico a las instalaciones interactivas mediante procesos de ludopublicidad y experiencia de usuario. Como agencia creativa y de publicidad, toca diferentes segmentos de negocio, a diferentes escalas, usando siempre las nuevas tecnologías.
¿Cómo empieza tu trayectoria empresarial?
Nuestra empresa nace de cubrir una necesidad. Soy licenciado en arquitectura, una profesión que toca diferentes disciplinas, y descubrí una nueva –el mapping– cuando leí en los diarios sobre el festival internacional de mapping de Girona en 2014, al que nos presentamos. Podemos decir que se trata de los nuevos fuegos artificiales sostenibles del siglo XXI.
Junto con mi socio, que tiene un perfil más tecnológico, presentamos un proyecto creativo y ganamos el primer premio en la categoría abierta. Así nació Lighthink Lab.
¿Qué es exactamente el mapping?
Es una técnica audiovisual que consiste en proyectar contenido de video sobre un volumen específico, como puede ser un edificio entero o un zapato, para alterar la percepción del espectador de forma que parezca que el edificio o el zapato cobre vida o tenga movimiento, entre otros muchos efectos.
¿Cómo puede ayudar a las pymes el mapping?
Cómo toda herramienta de comunicación, sirve para hacer publicidad de un producto o servicio, pero de una forma disruptiva y rompedora, mediante el uso de las nuevas tecnologías y las artes digitales. Así se consigue el llamado efecto wow para que el producto permanezca en la memoria de los espectadores o –en este caso– de los clientes o consumidores.
¿Es sencillo sacar adelante proyectos de este tipo con la Administración Pública?
No es fácil, y lo más dificultoso es que el espacio temporal entre el primer contacto para iniciar un proyecto y la presentación de la propuesta es demasiado largo. El periodo de tiempo entre la materialización y la ejecución se puede alargar hasta 2 años. Además, la política nos afecta mucho porque, si empiezas después del segundo año de una legislatura, este hecho supone un bloqueo o incluso la cancelación de proyectos cuando tienen que pasar por la administración pública.
Cuando perdemos un cliente duele, pero la lectura que hacemos es la pérdida de oportunidades y, al final, quién sale perdiendo es la ciudadanía, porque a veces tratamos temas culturales o de activación de ejes comerciales, por ejemplo.
Precisamente, empresas como la nuestra y el sector privado somos los impulsores de los proyectos que desarrolla ahora el sector público, asumiendo los costes y sin ayuda de la administración. Los últimos años he podido comprobar que los casos de éxito siempre han sido posibles gracias a las pymes. Por ejemplo, este año 2024 se están implementando nuevas tecnologías, que nos han venido dadas por el cliente privado.
Por citar un ejemplo: nosotros presentamos una tecnología en 2019 y la Administración Pública no la aceptó. Más adelante, en 2023 la Administración sacó adelante el mismo proyecto a través de otro cliente.
La innovación y la digitalización son elementos clave en tu sector. ¿Cómo conseguís adaptaros a los cambios constantes para estar al día?
Mediante la formación continua, ya sea con másteres, posgrados y, sobre todo, el autoaprendizaje. Leyendo, releyendo y buscando en Internet, que es una puerta al conocimiento y una red de expertos y contactos casi ilimitada. Creo que dedicar horas a formación es una inversión, sobre todo a medio y largo plazo.
También estamos pendientes de las comunicaciones especializadas, como las redes sociales, que, bien utilizadas, son una fuente muy importante de información, y de los clústeres tecnológicos y lobbies que agrupan la información que nos interesa, como la referente a la Inteligencia Artificial, herramienta que creo que nos beneficiará mucho para resolver el ritmo lento y el desfase de la Administración Pública.
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