Llega el calor, los niños están de vacaciones y los días cada vez tienen más horas de sol. Esto significa una cosa: han llegado las tradicionales rebajas de verano. Antes la fecha de inicio estaba muy clara, puesto que la ley marcaba que el periodo de ofertas estivales empezaba el 1 de julio, pero ahora hay cierta libertad. De hecho, este año, los establecimientos de grandes cadenas y las plataformas llevan desde mitades de junio ofreciendo algunas ofertas y descuentos.
Lo que está claro es que los establecimientos de proximidad y los comercios locales continúan confiando en las rebajas de verano, año tras año, con la misma fuerza y empujón que siempre. Estos meses veremos toda clase de reclamos en productos de estacionalidad que la gente espera durante meses para adquirir a mejor precio.
Son un gran atractivo para los consumidores. No tenemos que olvidar que el incremento generalizado de los precios de los últimos tiempos ha dotado de más racionalidad a la ciudadanía, que pospone sus compras para este periodo de descuentos. Las rebajas de verano también sirven para liquidar el stock que hay en los almacenes y dar a conocer otros productos nuevos, el avance de temporada, aprovechando el flujo de personas que pasean por las tiendas.
Las grandes superficies y las plataformas en línea se llenan de descuentos masivos, con números y colores muy vistosos que pueden acaparar nuestras miradas fácilmente. Los establecimientos locales no hacen estas grandes ofertas, porque tienen la capacidad de deslumbrarnos con todo aquello que les hace especiales y esenciales. La proximidad, el trato personalizado, la contribución a la economía local, la sostenibilidad, la confianza, el compromiso y la resiliencia. Todo esto, y mucho más, define nuestro comercio y lo posiciona como un factor de cohesión social muy importante para nuestros barrios, pueblos y ciudades. La diferenciación es lo que caracteriza a los establecimientos de proximidad durante estas semanas que duran las rebajas porque conocen su entorno y son los que ofrecen productos adaptados a las especificidades de la sociedad que les rodea.
Esta nueva campaña nos tiene que permitir volver a poner sobre la mesa todos los valores del comercio local y su contribución a la sociedad y la economía. Los consumidores tienen que ser exigentes y críticos, conociendo en todo momento que hay anuncios de grandes cadenas y plataformas que al final demuestran ser engañosos en los precios y descuentos. El comercio de proximidad huye de estas campañas masivas y afronta las rebajas como siempre: ofreciendo productos y servicios a buen precio, de calidad y con los valores que lo caracteriza.
Las rebajas de verano en el comercio local no son solo una ocasión para ahorrar dinero. Son una oportunidad para apoyar a la economía local, disfrutar de una experiencia de compra más humana y personalizada, contribuir a la sostenibilidad y fortalecer los lazos comunitarios. Así que este verano, cuando veas los carteles de rebajas en la tienda de la esquina, recuerda que cada compra es una inversión en el futuro de tu comunidad.
Antoni Torres – President de PIMEC Comercio