¡Menudos dos años llevamos los autónomos!

Si tuviera que resumirlo en pocas palabras éstas serían: miedo, cambio, incertidumbre y decepción.

Miedo al contagio, miedo a perder clientes, miedo a que les pase algo a mis seres queridos.

Cambio de vida, de manera de trabajar e incluso de manera de vivir.

Incertidumbre ante un presente cada vez más complejo, más impredecible, que causa cierta ansiedad al no entender todas las variables que intervienen en el hecho de que la vida nos haya cambiado tanto a todos y en tan poco tiempo.

Y decepción, sí, decepción ante un Gobierno que, a mi parecer, no ha protegido suficientemente a los autónomos, un colectivo cada vez más vulnerable y menos protegido.

Sin embargo, debo reconocer que acabo el año con otras cuatro palabras, éstas diferentes a las anteriores: reto, ilusión, transformación y agradecimiento.

Reto porque la nueva situación me ha supuesto uno de los mayores retos profesionales a los que me he enfrentado en los 16 años que hace que soy gerente de mi empresa, que es la transformación digital en un mundo ya híbrido, cuando antes mi mundo era mucho más offline.

Ilusión porque este nuevo mundo híbrido no entiende de fronteras y se amplían el número y el target de clientes.

Transformación porque estos retos requieren no solo de cambios de metodologías y procesos, sino de transformación cultural organizacional, de valores de algo mucho más profundo que genera cambios conceptuales importantes, y…

Agradecimiento a la vida, a los clientes y a los alumnos, por seguir confiando en mí y en mis servicios en plena Covid. Agradecimiento porque antes de la Covid me quejaba de que tenía mucho trabajo, y con el parón (no voluntario de la Covid) ahora doy gracias a Dios, a la vida, al destino o a mi estrategia comercial (llámale como quieras), porque tengo trabajo. Nunca valoré tanto tener trabajo. Como puedes ver, lo que antes percibía como un infortunio, como una desgracia, hoy en día lo veo como una oportunidad, como un regalo de la vida. Gracias, Covid, porque estoy más contenta que nunca de poder sentir la energía en las aulas y los abrazos de la gente.

Queridos autónomos, este mensaje parece personalizado, pero sé que muchos de vosotros os sentiréis identificados con él. Estas líneas no son más que un mensaje de aliento y apoyo a todos los autónomos, pues sin duda somos personas muy resilientes y hacemos de las debilidades una fortaleza, y de las desgracias, una oportunidad. Somos de otra “raza”, tenemos otra piel. Eso sí, seguimos asociándonos para ganar fuerza, somos pequeños y necesitamos cohesionarnos para tener la fortaleza que nos permita defender mejor nuestros intereses ante un ecosistema que muchas veces nos ahoga en vez de ayudarnos. Lo conseguiremos, lo sé. Gracias, PIMEC y Autònoms PIMEC, por darme la posibilidad de opinar sin censura y por darnos visibilidad.

 

Mónica Mendoza – Escritora, conferenciante en temas de estrategia comercial y speaker internacional

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