Algunos antecedentes
Sabemos de la importancia que el emprendimiento tiene en toda sociedad: es uno de los elementos clave de su crecimiento, promueve la innovación, el arraigo económico y el empoderamiento tanto personal como social de las personas que se inician en esta aventura para cumplir sus sueños.
Sin embargo, como en tantos otros ámbitos de nuestra vida colectiva, los datos empíricos nos muestran que el del emprendimiento es un ámbito donde la presencia femenina es menor que la masculina, aunque en los últimos años la diferencia se ha reducido. Ahora bien, al mirar estos datos con detalle y compararlos con el emprendimiento iniciado por hombres, se observa cómo el crecimiento del emprendimiento femenino ha sido más pronunciado en los motivos de necesidad y falta de oportunidades laborales que de oportunidad de mercado.
También muestran los estudios que, en general, las empresas creadas por mujeres se centran en el sector servicios, son más pequeñas, menos tecnológicas y menos exportadoras, pero más rentables y solventes que las creadas por hombres.
¿Cuáles son las causas de esta realidad y cómo podemos revertirla para aprovechar mejor nuestro talento femenino y darles más opciones a las mujeres que quieren emprender?
Un cambio de perspectiva: persona y entorno
En los últimos años, los estudios sobre los factores que condicionan el emprendimiento femenino han evolucionado del análisis de las características y competencias de las mujeres al análisis del entorno institucional, empresarial, social y familiar. En esta línea, y a título de ejemplo, el hecho de que las mujeres emprendamos más en el ámbito de los servicios se explica por una mayor presencia y experiencia laboral en este sector.
Elementos como la brecha salarial, el conflicto trabajo-familia, la definición de roles, más tiempo de dedicación a labores del hogar y una participación reducida en estudios STEM son elementos que inciden plenamente en la creación de empresas por parte de las mujeres y en su posterior desarrollo, crecimiento y consolidación.
Se trata de un ámbito complejo, en el que intervienen factores tanto individuales como sociales. Se hace evidente, por tanto, la necesidad de un análisis desde diferentes perspectivas, que permita tener una visión global y de detalle; una diagnosis y situación de partida que haga hincapié en las líneas principales para que el emprendimiento femenino se desarrolle en todo su potencial.
En esta línea, se presentan dos estudios complementarios sobre la mujer autónoma y el emprendimiento femenino:
- Mujer y autoempleo en España. Perspectiva de género y medidas para su incorporación. Realizado por PIMEC.
- Emprendimiento y autoempleo femenino, incluidos aspectos de la responsabilidad social corporativa de género. Estudio a cargo del Parlamento Europeo, realizado por la Dra. Maria Bastida.
Los resultados
Los datos son contundentes: el reciente estudio de PIMEC señala una serie de factores que influyen en el emprendimiento femenino:
- Las principales causas que las mujeres emprendedoras indican como dificultades a la hora de emprender la conciliación personal y familiar (47%), los aspectos de tipo social en el sentido del poco reconocimiento hacia el rol emprendedor de la mujer (29%) y ciertos estereotipos asociados a determinados sectores productivos o por el tipo de actividad profesional que se desarrolla (22,1%).
- También son relevantes las dificultades asociadas a aspectos económicos como el acceso a la financiación (19,2%), la valoración económica de las tareas que desarrollan si se compara con los hombres (17,3%), y en la promoción profesional (17,3%) y en el acceso a determinados órganos de dirección, tanto en el sector público como en el privado (15,4%).
- Otro aspecto interesante que destacan es la falta de mujeres mentoras (16,3%) en el sentido de contar con la guía de alguien que ya haya pasado, y seguramente superado, las dificultades con las que ellas se encuentran.
- Además, cuando se les pide qué ventajas tienen por el hecho de ser mujeres a la hora de desarrollar su profesión, el 85,3% señalan que no ven ninguna.
- Por el contrario, un 21,2% de las mujeres que han participado en el estudio manifiestan que no ven dificultades por ser mujer.
Estos datos muestran que todavía siguen pesando de forma extraordinaria los roles y estereotipos de género que hacen recaer en la mujer tanto la tarea de cuidar de pequeños y mayores como de gestión del hogar, y que, consecuentemente, la sitúan en inferioridad de condiciones, en relación con el hombre, a la hora de desarrollar su profesión.
El estudio también hace una aproximación a la situación del autoempleo femenino en Europa. En este contexto, en cuanto a España, destaca la brecha existente entre la propensión emprendedora de las mujeres y el desarrollo efectivo de la actividad por cuenta propia. Así, según el GEM, la propensión emprendedora de las mujeres españolas es casi idéntica a la de los hombres, pero cuando comparamos esta situación con la de la presencia femenina en el colectivo de personas autónomas nos damos cuenta de que éstas solo representan una tercera parte del total. Midiendo esta diferencia en forma de indicador (Brecha relativa de género en el autoempleo), el resultado obtenido muestra que España es el segundo país europeo con el valor más elevado (después de Irlanda).
Por su parte, el estudio del Parlamento Europeo Emprendimiento y autoempleo femenino, incluidos aspectos de la responsabilidad social corporativa de género, presentado por D. Maria Bastida, pone el foco en los elementos potenciadores del emprendimiento femenino. Algunas de las principales conclusiones son:
- Las principales barreras para emprender son las preocupaciones familiares, el miedo y el acceso a los recursos.
- Destaca la importancia de la motivación por deseo a la hora de crear una empresa: ganar flexibilidad, desarrollar y organizar un proyecto propio.
- Este deseo de libertad choca con dificultades como la conciliación entre vida personal y familiar, los gastos fijos, la falta de medidas de apoyo, el acceso a la financiación.
- Elementos que surgen como potenciadores del emprendimiento femenino son medidas de apoyo a la conciliación vida personal-familiar, la red de contactos personales y profesionales, programas de empoderamiento personal y el acceso a recursos financieros.
- En esta línea, las prioridades para desarrollar el emprendimiento financiero serían la creación de referentes, de programas de mentoría, de networking y de ayuda financiera.
- Actualmente, existen dificultades para acceder a los programas existentes, bien por los condicionantes que tienen, bien por toda la documentación a presentar.
- El estudio pone de relieve los enfoques distintos que tienen hombres y mujeres a la hora de emprender. Es necesario, pues, pensar en medidas de apoyo diferenciadas por segmentos, proactivas, cocreadas por las propias personas usuarias, con una mirada a largo plazo.
Las recomendaciones
Para orientar mejor las políticas públicas y las líneas de ayuda a la mujer autónoma, debemos aportar más miradas femeninas tanto al estudio de esta realidad como al diseño de las propias políticas.
En este sentido, la profesora Maria Bastida, autora del informe del Parlamento Europeo, defiende que muchas hipótesis de trabajo en el análisis son mitos no contrastados ni demostrados por los hechos como, por ejemplo, el que atribuye a la mujer un menor desempeño en el desarrollo de la actividad empresarial. A la hora de emprender, nos dice, la mujer sufre mucho más por cuestiones como: las preocupaciones familiares impuestas por el rol que la sociedad le atribuye, el miedo o la dificultad de acceso a los recursos.
Por tanto, si queremos impulsar el emprendimiento de la mujer, no solo necesitamos acciones que ataquen aquellos aspectos generales que lo dificultan en general, como la enorme burocracia en las ayudas –aquí la digitalización podría hacer una gran aportación–, sino que necesitamos emprender acciones específicamente dirigidas a los problemas que padecen las mujeres. En este sentido, medidas adecuadas son la mentoría, por un lado, y dar visibilidad de modelos de éxito femeninos que actúen como referentes, por otro. Adicionalmente, y dadas las diferencias entre el colectivo de hombres y el de mujeres, se recomienda plantear el diseño diferenciado de ayudas para hombres y mujeres, de modo que no sean excluyentes entre sí pero que ayuden a la mujer a darse un impulso en aquello que más necesita: recursos para mejorar la percepción de su propia capacidad individual y medidas que fomenten y sostengan el talento directivo en el tiempo.
No podemos permitirnos prescindir del enorme potencial que concentra la mitad de la humanidad. En una época de retos y de cambio, desde PIMEC queremos situarnos en una posición activista para promover cambios sostenidos que eliminen las barreras específicas que las mujeres encontramos en el momento de iniciar, hacer crecer y consolidar nuestras aventuras empresariales, diseñando políticas eficientes, efectivas y con sentido.
Elisabet Bach, presidenta de Autònoms PIMEC, y Maria Teixidor, presidenta de la Comisión Dona i Empresa de PIMEC.