Mujeres en el puente de mando

Cada 8 de marzo salen las puntuaciones de cómo estamos haciendo los deberes en igualdad entre hombres y mujeres, en todos los campos: salud, deporte, ciencias, justicia, política, mundo rural… y, por supuesto, en las empresas, estos ecosistemas que somos motor de cambio en la sociedad y que nos impregna del dilema irreconciliable –supuestamente– entre el valor de ser una buena profesional, empresaria, emprendedora, directiva y trabajadora, y tener una vida familiar y personal intensa.

Los cambios de los últimos años, provocados tanto por el COVID-19 como por las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial, están llamados a tener un impacto permanente en el modelo de trabajo y, por lo tanto, en el hecho de que las mujeres tengan protagonismo. De ahí la importancia de no menospreciar la mirada de género a la hora de leer estas nuevas realidades para que se conviertan en un compromiso real a largo plazo.

Es cierto que las empresas están más concienciadas que nunca, ya sea por el alcance que la equidad está teniendo en los valores empresariales, o por la intensidad de las políticas de igualdad, pero como decía Peter Drucker: “Lo que no se puede medir, no se puede mejorar” , y cuando hablamos de mujeres que ocupan puestos de responsabilidad necesitamos indicadores para medir y promover la equidad de género.

Los mapas que deben regir este objetivo son, al menos, dos. Por un lado, el principio de composición equilibrada, entendiendo que los porcentajes de presencia en los órganos de responsabilidad cumple con este principio cuando no se superen el 60% ni sean inferiores al 40%. Por otro, erradicar la brecha salarial.

A nivel mundial se estima que la proporción de mujeres directivas es en 2021 del 31%. En España este porcentaje se calcula en el 18,8%, y la brecha salarial según el INE, en parámetros globales, en el 21,4% y, circunscrito a posiciones directivas, en el 14,4%.

El acceso de las mujeres a los puestos de responsabilidad es una de las claves vertebradoras para alcanzar la verdadera equidad. Tenemos tendencia a pensar que las barreras laborales actuales ya no afectarán a nuestras hijas , pero esta transformación no vendrá por una cuestión de inercia. Si queremos que esto ocurra, las mujeres deben llegar hoy, en el 2022, porque si no se perpetuarán las dificultades. El sesgo de género inconsciente hace que las personas nos sintamos más afines con nuestros similares; es humano, es cultural. Y esto, llevado al mundo empresarial, significa que para propiciar el cambio es necesario que las mujeres estén en el puente de mando.

 

Emma Gumbert – Vicepresidenta de PIMEC

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