Escribo sin ganas de hacerlo, no porque no me guste escribir, al contrario, sino porque lo que escribiré se aleja de mi manera de ser, de pensar e incluso de comunicar.
Estamos a finales de junio, hemos salido de las restricciones de la Covid-19 y estamos a las puertas de un verano en que la sociedad tiene ganas de disfrutar de una forma un tanto irracional, de dejar atrás los confinamientos y las rígidas normas a que nos ha obligado la pandemia. Y esto está bien. Las familias tienen dinero que no han podido gastar durante dos años y ahora la alegría de la “libertad” para hacerlo es comprensible.
Está claro que este autismo colectivo en relación con la realidad que obstinadamente nos están marcando los diferentes indicadores (bolsa, endeudamiento familiar, precios de la energía, encarecimiento de la alimentación, drástica disminución del consumo, etc.) nos lleva a predecir una vuelta del verano dura. Solo American Express ha publicado un estudio en el que, mira por dónde, dice que el comercio de proximidad se está recuperando. Entiendo las ganas que tienen de que así sea. Yo también. Y de que la sociedad gaste alegremente. Evidentemente, no cuestiono sus datos y las tarjetas sacan humo, pero este desmadre ya está preocupando a otros estamentos en Estados Unidos porque está generando un endeudamiento familiar brutal, descontrolado, y ya están recomendando que la gente pague con dinero físico puesto que el control es más visible y a fin de mes no se encuentren con el global del gasto mensual hecho de una sola vez. Bien, como he dicho, se aproxima una vuelta de vacaciones dura, muy dura; todos debemos ser conscientes de que tendremos que adaptarnos a una nueva realidad, hay que estar preparados.
Àlex Goñi – presidente de PIMEComerç