Merecemos un mundo sin violencia

“Si hay un mensaje que se recordará de esta conferencia, que sea que los derechos humanos son derechos de las mujeres y que los derechos de las mujeres son derechos humanos, de una vez por todas.”

Hillary Clinton, Primera Dama de los EE.UU. – 4ª Conferencia de la Mujer en Pekín. 1995

Imposible no tener, hoy, en mente, las imágenes de las mujeres desplazadas por la guerra en Ucrania, de las asesinadas por no cubrirse la cabeza en Irán o de las completamente apartadas de la vida pública en Afganistán; imposible, también, no recordar que la cifra de mujeres asesinadas por la violencia de género en España es de 38 en 2022 y de 1.168 desde que en 2003 se empezaron a recopilar datos; imposible, a su vez, no saber de las múltiples formas que adquiere este tipo de violencia: física, verbal, psicológica, económica, obstétrica, sexual, vicaria, digital, institucional, estructural…

La violencia contra las mujeres ha aumentado por efecto de la pandemia: la sufren, según datos de ONU Mujeres, una de cada tres mujeres a nivel mundial.[1] Por su parte, los derechos de las mujeres están en claro retroceso en este momento de crisis interseccionales, con un claro aumento de la violencia y los ataques contra activistas por los derechos de las mujeres y una drástica reducción de la financiación para las organizaciones de mujeres en países en conflicto, según el informe del secretario general de Naciones Unidas en el Consejo de Seguridad del pasado mes de octubre.[2]

Ante estos datos, es necesaria una acción coordinada en frentes muy diversos:

Hay que impulsar los liderazgos femeninos y colocar a las mujeres en el centro de las respuestas políticas a las diferentes crisis que vivimos (medioambiental, económica, social, bélica…) y en el centro de los procesos de paz, garantizando, así, que estas respuestas y estos procesos incorporen las voces, necesidades y derechos de las mujeres.

Asimismo, es necesario asignar más recursos para combatir la violencia contra las mujeres y las niñas, incluyendo la prevención, la asistencia a las mujeres que sufren violencia y alcanzando el largo plazo para sostener estas acciones en el tiempo.

Hay que garantizar la recopilación de datos desagregados por sexo para medir los efectos de las crisis y la violencia sobre las mujeres y, de este modo, poder adecuar mejor la planificación de las respuestas.

Debemos tomar conciencia de aquello que las mujeres pusieron encima de la mesa en la 4ª Conferencia de la Mujer en Pekín, hace ya más de 25 años: que los derechos de las mujeres son derechos humanos y que los derechos humanos son derechos de las mujeres. Y si la violencia es el peor atentado contra los derechos humanos, debemos poner nuestros mejores esfuerzos en erradicarla en todas sus formas, porque sus consecuencias son siempre devastadoras y a largo plazo para quienes las sufren.

Todas las personas merecemos vivir en un mundo en paz donde desarrollarnos y ejercer con plenitud nuestros derechos civiles, políticos, económicos y sociales: solo así podremos hacer frente a todos los retos que tenemos por delante.

Maria Teixidor Jufresa

Presidenta de la Comisión Mujer y Empresa de PIMEC

[1] https://data.unwomen.org/sites/default/files/documents/Publications/Measuring-shadow-pandemic-SP.pdf

[2] https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N22/614/86/PDF/N2261486.pdf?OpenElement

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