En la Península Ibérica existe un tipo de deudor que no suele atender sus pagos: el «morosus ibericus»; es decir, el caradura que ha hecho de la morosidad una actividad lucrativa.
De profesión “Moroso”
El moroso profesional vive como un pachá, alega que no puede pagar porque es insolvente, pero tiene más dinero que sus acreedores y no liquida sus deudas para que no le da la real gana.
El moroso impenitente es un chupóptero económico, un auténtico parásito chupador de dinero que ataca las empresas y causa daños importantes; es como un Puglia que succiona la sabia de su huésped y le sacando el jugo sin que la víctima se dé cuenta.
Este deudor recalcitrante es además un artista del fraude que se dedica a hacer pufos de campeonato. Y los acreedores perjudicados no podrán no podrán recuperar los su dinero a los tribunales de justicia porque no tiene ingresos ni activos embargables.
El« morosus ibericus »no es un honorable padre de familia que por culpa de circunstancias ajenas a su voluntad no puede pagar sus deudas. Esta especie es un moroso intencional que actuando con mala fe y dolosamente compra a crédito o se endeuda con la intención de no pagar nunca.
El« morosus ibericus »es un caradura que, teniendo dinero, se niega a liquidar las facturas; es el típico deudor empedernido que vive a costa de sus acreedores; es un sinvergüenza que no paga nunca y encima presume; es la personificación del entrampado refractario, desaprensivo; un profesional de la mora que ha hecho de la morosidad un oficio beneficioso.
¿Quién no ha tenido un moroso rematado en su vida?
¿Quién no ha tenido un moroso? ¿Un cliente, un amigo, un conocido, un familiar, un vecino, un compañero de trabajo?
El moroso consumado es algo tan ibérica como el jamón de pata negra
Por ejemplo, este deudor contumaz al que reclamas el pago de las facturas y que afirma solemnemente: «Esto no es imposible, pero tendrá que esperar», cuando en realidad quiere decir: «no tendrás mi dinero ni por encima de mi cadáver ». Este “amigo” que te pide dinero prestado y pronuncia la terrible sentencia: «En cuanto pueda te vuelvo», lo que traducido al lenguaje real significa que nunca más volveremos a ver (al dinero y al presunto amigo).
También hay que descartar la idea de que la morosidad es un problema de las crisis económicas. De hecho, en la Península en épocas de bonanza económica ha existido siempre morosidad y han existido morosos empedernidos.
A cada nación la gente tiene sus propias costumbres, su cultura, sus tradiciones y sus leyes. En cada país, en función de una serie de condicionantes de tipo histórico y sociológico, hay una forma diferente de pagar las deudas.
Los hábitos de pago de cada país son diferentes, y estos vienen condicionados por determinantes que han intervenido en su consolidación a través de muchas generaciones
Características y rasgos diferenciales para destapar a un moroso de profesión
Para destapar a un moroso de profesión, hay que comprobar si el sujeto sospechoso reúne una serie de características y rasgos diferenciales
En general, es un hombre con una edad entre los 35 y 65 años. Tiene la habilidad de hacerse pasar por empresario, jugando a ser un hombre de negocios acreditado. En realidad, es totalmente insolvente, ya que no tiene propiedades registradas a su nombre ni ningún activo embargable. En muchas ocasiones ha creado un entramado de sociedades para ocultar sus bienes.
Es una persona proveniente de la clase media-alta, con estudios y con cierto nivel cultural. Cuenta con una buena capacidad de comunicación interpersonal, viveza de espíritu, buena memoria y tiene una enorme inte l·ligència emocional.
Muestra una gran autoestima y aplomo. Mantiene en todo momento la sangre fría y tiene habilidad para escaquearse. Se siente superior y está convencido de ser mejor que los demás.
Mantiene una situación familiar irregular, no se sabe si está casado, soltero, divorciado, o separado ya que cambia con frecuencia de pareja.
Proyecta un carácter sumamente afable, simpático, es un gran seductor, es divertido, posee un gran don de gentes, cae bien a los demás e inspira confianza.
Es un sujeto urbano, prefiere vivir en las grandes ciudades y suele residir en una zona de clase alta o en un barrio residencial (siempre de alquiler) pero cambia con frecuencia de domicilio ya que n o solo pagar los arrendamientos y más cambiando a menudo de lugar de residencia, le permite eludir a sus acreedores.
Va creando sucesivamente diferentes negocios ya que cuando llega al límite y no puede seguir eludiendo a sus acreedores cierra empresa y desaparece, dejando a los que quieren cobrar con un palmo de narices. Después, como un ave Fénix, monta otra sociedad para empezar de nuevo; de esta manera consigue nuevos créditos. En realidad, ninguno de sus negocios cuenta con activos sólidos y va dejando un reguero de deudas por todas partes.
Pere Brachfield, profesor de EAE Business School