El frenazo de la economía global ha provocado un desplome de las ventas sin precedentes. Si atendemos a indicadores avanzados como el retraso de los pagos y plazos, constatamos que se está registrando un incremento de la masa de facturas no pagadas a su vencimiento y aplazadas, una señal de que habrá o podría haber impagos. Una de las derivadas inmediatas de esta coyuntura, por tanto, es la morosidad, que puede estar provocada por una situación estructural de insolvencia de una empresa o por una limitación en el acceso al crédito, a la financiación. Esa morosidad está aumentando y, según los analistas, no hay un patrón concreto por sectores o por países, sino que es una realidad generalizada.
En medio de las dificultades, muchas economías de todo el mundo están poniendo fin al confinamiento y están emprendiendo poco a poco la reconstrucción. Esa incipiente recuperación va a tener un efecto de arrastre sobre nuestras ventas al exterior, un factor que puede actuar como palanca de recuperación, al igual que ocurrió en crisis anteriores, como la de 2008.
Para rentabilizar esta tendencia y remontar con garantías de éxito es determinante activar mecanismos de prudencia: valorar muy bien la situación actual de los clientes, ser cautelosos a la hora de emprender nuevas operaciones comerciales y anticiparse a los riesgos, a través de instrumentos como el seguro de crédito CESCE Fácil. Se trata, sin duda, de un factor de competitividad porque permite disponer de información económica y financiera en tiempo real y pone a nuestra disposición eficaces herramientas de análisis y cobertura de ventas, lo que ayuda a sostener la actividad comercial de las empresas. Adoptar estas precauciones, muy necesarias en estos momentos, no es un freno a la actividad comercial sino un catalizador de buenas decisiones.
En nuestro mercado, existen soluciones de seguro de crédito que conjugan todas estas variables y que están especialmente diseñadas tanto para facturación nacional como para la exportación.
Invertir en un seguro de crédito de estas características puede marcar la diferencia entre la recuperación efectiva y las tensiones de tesorería, entre la continuidad de una empresa y su desaparición del mercado. La actividad comercial diaria, por tanto, debería ir acompañada en estos momentos de este tipo de herramientas eficaces de gestión de riesgos, para poder anticiparnos a ellos. Operar con garantías, disponer de información actualizada y asegurar las ventas son las claves para desbloquear los flujos comerciales, procurar el equilibrio financiero y recuperar, de nuevo, la estabilidad de las empresas.
Joaquim Montsant
Director territorial CESCE Catalunya y Baleares