Hace algunas décadas, el pensamiento habitual de cualquier estudiante era que todo lo que necesitaba para trabajar le daría su proceso de aprendizaje técnico o universitario, y que, con estudiar al máximo y obtener buenas calificaciones, el éxito laboral estaba asegurado, y probablemente no le faltaba razón. Sin embargo, el mundo profesional cambió y actualmente son imprescindibles nuevas categorías de competencias y recursos que raramente se imparten en la educación formal, hablamos del desarrollo y entrenamiento de las soft skills.
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Estas competencias son las llamadas soft skills y van desde la competencia de liderazgo para llevar a un equipo hacia un objetivo concreto, hasta la capacidad comunicativa, el escucha activa, la empatía o las buenas relaciones interpersonales. Son, en su conjunto, habilidades que están directamente relacionadas con la inteligencia emocional de la persona.
El conocimiento técnico está siempre disponible y cambia vertiginosamente en determinadas áreas pero, en cambio, las habilidades interpersonales son casi invariables en el tiempo, pero muy difíciles de adquirir
De forma equivocada, muchas personas que optan a un puesto de trabajo piensan que las habilidades técnicas son las más importantes y reducen sus posibilidades de éxito en un proceso de selección. Actualmente, las empresas tienen más en cuenta las habilidades “blandas” debido a la creciente tendencia al trabajo colaborativa.
Un individuo que tiene desarrolladas sus habilidades “duras” al máximo, pero que no es capaz de integrarse, comunicarse adecuadamente con otros, tomar la iniciativa, ser líder y asertivo y de involucrarse en un proyecto, difícilmente alcanzará el éxito en sus propósitos.
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Todas las personas son seres sociales y, de una u otra manera, interactúan con otros en la empresa. Sin embargo, hay que replantear si la forma en que se interactúa contribuye al buen desempeño profesional, y alcanzar los objetivos que exige su sector de negocio.
¿Cómo podemos reforzar nuestras habilidades o aprender nuevas?
Las soft skills se pueden aprender pero sobre todo, entrenar. Sin embargo, al ser una parte tan inherente a la personalidad, es crucial tener interés, predisposición, constancia y tomar conciencia de que hay que desarrollarlas con práctica diaria. Lo que fomenta este aprendizaje aún más complejo es que no sólo hay que aprender nuevos comportamientos, sino desaprender hábitos íntimamente arraigados.
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Entrenar las habilidades “blandas” requiere, además, una posición reflexiva, algo bastante compleja de poner en práctica en el día a día. Hay que implementar la difícil tarea de prestar atención a cómo se interactúa con los demás en cada situación que se presenta. Pasar de la teoría a la práctica es lo que más esfuerzo cuesta en el ámbito de las habilidades Soft, llamadas blandas por su capacidad de adaptación, porque no obedecen a una regla fija y porque son evolutivas , mejorables y moldeables.
Cuando somos capaces de sumar nuestras habilidades hard con las soft, abrimos el abanico de nuestras posibilidades de interacción e interrelación